martes, 21 de diciembre de 2010


Objetivo: Tomar conciencia de la urgencia de vivir nuestro profetismo como cristianos en nuestra realidad.

Narración:

Se necesita un profeta que no sea tedioso, que sepa profetizar sin erguirse en único portavoz del Reino,
que admita en la Iglesia la existencia de otros profetas,
que sepa la diferencia entre profecía y vaticinio,
que hable del futuro sin olvidar el presente ni el pasado,
que tenga el coraje de abrir la boca aún en contra del que lo patrocina,
que no confunda franqueza con mala educación,
que no piense que basta hablar en contra para salvar una situación,
que viva aquello que propone a los otros,
que sepa usar las manos para bendecir además de señalar con el dedo,
que no salga por ahí buscando problemas contra los que hay que luchar,
que firme manifiestos en contra, pero que firme también otros a favor,
que sea honesto hasta el punto de ver
el lado bueno de los adversarios,
que no coloque fuera del Evangelio al que no canta tonaditas en el mismo tono que él las canta
que no encierre la Palabra dentro de su bolsillo,
que no vuelva hermética la Palabra del Señor,
que profetice por palabra y no por murmullo,
que tenga la finura de morir a solas por aquellos que predica, sin lanzar a los incautos como presas para los perseguidores del profeta,
que admita que profecía no es sinónimo de infantilismo,
que no sea profeta de un solo libro o de una sola estación,
que profetice sin odio,
que profetice sin melosidad,
que profetice sin sarcasmo,
que profetice sin malicia,
que profetice con ternura, aún en las horas de severidad,
que hable un poco más de Jesucristo y un poco menos de otros profetas de este tiempo,
que sepa también que los profetas prestan atención, que entienda que no es la fama la que consagra, así como tampoco la controversia la que lo confirma,
que sepa la diferencia entre popularidad y profecía,
que no confunda política con fe o credo,
que no cambie el incienso por la metralla,
que no cambie la verdad por el incienso,
En fin, se necesita un profeta que a pesar de ser loco, sepa portarse con lucidez.
Se necesita un profeta que ore, pero que no confunda brazos abiertos delante del tabernáculo con piedad.
Se necesita un profeta con un sentido correcto de las dimensiones.
Se necesita un profeta que no se vaya a esconder con Cristo en el sagrario, ignorando su presencia en la población marginal.
Se necesita un profeta que no tenga miedo, pero que no piense que basta provocar para convertirse en buen profeta.
Se necesita un profeta que no sea un niño porfiado y caprichoso.
Se necesita un profeta adulto, maduro, pero suficientemente rebelde como para no dejarse catalogar.

¿ Alguien se ofrece ?

Preguntas para el diálogo:

1. ¿ En qué te hace pensar esta reflexión ?
2. ¿ Qué frases te impactaron más ? ¿ Por qué ?
3. ¿ Cómo son los profetas que has conocido ?
4. ¿ Te sientes identificado con el profeta que aquí se describe ? ¿ Por qué ?
5. ¿ Por qué son importantes los profetas en una sociedad ?
6. ¿ Cómo puede un cristiano vivir un profetismo ?

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